El cerro Quinquilil, Kinkilil (roca con quinques) o Colmillo del diablo es un estrato volcán, esto significa que antiguamente hubo un volcán activo y hoy están presentes formaciones que quedaron de todo el movimiento geológico y magmático en su periodo de vigencia activa, convirtiéndola una montaña mágica, sagrada y en un gran espíritu guardián.

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 El 21 de mayo del 2020, aun en pleno otoño había caído una de las primeras nevadas que acumuló nieve en el Colmillo y enfrió los mantos Araucanos, dadas estas condiciones decidimos hacer un intento e ir a escalarlo junto a los guías locales de montaña y buenos compañeros de aventuras, mi buen amigo Leonardo Bastidas Zeman y el motivado italiano Gianni Russo Melchiori.

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Salimos temprano rumbo a Puesco, habíamos cargado las bicicletas, ya que sabíamos que estaba cerrado el camino, tomamos las mochilas y partimos pedaleando cuesta arriba a las 7:30 de la mañana, la idea era cubrir lo mas posible en nuestras bicicletas, para que el regreso fuese mas expedito al auto, pedaleamos unos 5 kilómetros aproximadamente hasta cruzar el frio rio Puesco con chalas y luego 1 kilómetro mas, allí dejamos las bicicletas a un costado del sendero, cambiamos zapatillas por las botas de montaña y continuamos la aproximación, en el sendero bajo el bosque no había nieve hasta que poco a poco fueron apareciendo manchones blancos y al salir de el , estaba todo cubierto de nieve polvo muy liviana, que retardaba de cierta manera cada paso, sumado a que no había base de nieves anteriores, cada paso era incierto y con fondo de rocas irregulares, fuimos rápido dentro de lo que se podía, avanzamos por el filo que nos dejaba cada vez mas cerca de el inicio de la escalada.

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En pie de vías Leo decidió probar suerte por una nueva línea que se veía completamente blanca, pensamos que podía estar expedita, pero no, tenía mucha nieve polvo lo que dificultaba encontrar donde proteger, rápidamente desescalo y cruzo por un pequeño portezuelo para tomar la ruta normal, escalamos rápido junto a Gianni y quedamos en una zona muy cómoda para juntarnos y seguir ascendiendo por el siguiente largo que se veía bastante vertical.

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El segundo largo, un drytooling algo expuesto de comienzo, con buenas protecciones pero todo escondido bajo el polvo blanco, a esa hora  cerca de las 17 pm comenzaba a dar el sol en algunos lugares de la cara sur oeste donde nos encontrábamos escalando, lo cual hizo que el canalón de roca comenzara a gotear, por suerte en la siguiente reunión llegaba directamente los rayos del sol, lo que me permitió secar por completo, mientras Leo progresaba continuamente de primero de los segundos, simultáneamente Gianni un poco complicado, ya que uno de los pares de piolets que teníamos estaba compuesto por uno técnico y otro de esquí touring recto y sin dragonera, poniendo a prueba una técnica distinta utilizando un solo piolet y las manos, obligándolo a guardar en la mochila  el segundo piolet, ya que para este largo más técnico no servía y en la mano estorbaba.

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Por el tercer largo fue nuevamente Leo, se metió por un corredor de nieve dura al sur de nuestra confortable reunión en la terraza con sol, excelente para progresar, sin duda los 20 metros mas expeditos de la vía, utilizando una aguja de roca parte de el relieve del cerro para proteger esa sección, luego unos 20 metros más, bien verticales de ingeniosa protección, un clavo de roca hasta la mitad pero antibombas, no evitó que el roce de la cuerda por el corredor de nieve dura que salía de la línea a la derecha, le dificultara avanzar, sumándole varios kilos de peso a su escalada, mas las cuerdas como palo de congeladas, pero no detuvo la escénica demostración de habilidades que contemplamos con Gianni hasta que comenzamos a avanzar progresivamente para integrarnos poco a poco a la línea de escalada a medida que aumentaban la cantidad de protecciones entre nosotros.

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Estábamos en el último largo, con la última media hora de luz y el sol comenzaba a bajar tras el volcán Rukapillán, las condiciones estaban perfectas, ni una pisca de viento y habíamos escalado las secciones mas difíciles, rápidamente teníamos a nuestro amigo de Italia buscando la línea mas expedita a la cumbre, a eso de 30 minutos escuchamos, libre! y volamos a reunirnos todos en la mágica cumbre del Cerro Quinquilil, con uno de esos místicos atardeceres que te regala la madre tierra en estos remotos lugares, en cosa de minutos estábamos a oscuras, todos con mucha calma y ánimo aún, sabíamos que nos tocaba un largo regreso, llevábamos alrededor de 11 horas de actividad y comenzamos a realizar los rapeles de forma expedita, en pie de vía, separamos equipo, tomamos algo de té para calentar motores y partir rumbo a nuestras bicicletas.

La fría y despejada noche estrellada dejaba ver con el brillo de nuestras linternas frontales cristales suspendidos en el aire, la vuelta fue mágica y agotadora, luego de unas 4 horas caminando por nieve polvo llegamos a las anheladas bicicletas, allí nos sentamos 20 minutos a comer todo lo que nos quedaba y tomar unos mates que habíamos dejado allí, imprescindible para la ultima sección, aunque la mayoría era en bajada, tuvimos que pedalear varias subidas y pasar el rio cerca de las 23 pm, hicimos nuestro último esfuerzo y llegamos al auto, felices y agotados luego de 17 horas y 42 minutos continuos, estábamos celebrando un tremendo pege que de seguro quedará en nuestras retinas el resto de la vida.

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Relato : Nicolás Salgado / Embajador Julbo Chile