Iniciamos la ruta hacia la cumbre, saliendo el 22 de septiembre del 2019 desde el campamento base hasta el campamento 2 (nos saltamos el campamento 1, ya que nos encontramos muy fuertes para acortar los días de ascenso). Desde Chile estábamos en constante comunicación con Kiko Guzmán que nos enviaba el reporte actualizado del clima y según la información de él, la ventana perfecta era el día 25 y 26 a mas tardar (la mejor era si o si el día 25).

Después de varias horas caminando llegamos al campamento, teníamos que hidratarnos en grandes cantidades para evitar complicaciones, comer bien y descansar. Como llegamos relativamente temprano y la ruta al campo 3 sería el día 23 no muy temprano, aprovechamos de contar un poco de historias, tratar de dormir algo y comer chocolates. Increíblemente la noche se hacía interminable y como siempre no podía dormir (esto es bastante común en mí).

A la mañana siguiente aparece Domingo el Andorrano ( lo conocimos días antes mientras armábamos nuestros campamentos de altura, subía con David y Jordi) y nos cuenta sus planes de subir a hacer cumbre el 25 de septiembre, lo que nos pareció perfecto y nos sumamos a esa planificación adelantando en un día el ascenso desde el campamento 4.

El día 23 nos levantamos, un buen desayuno liofilizado con bastantes calorías ( aunque debo decir que era de un sabor bastante desagradable), fundir bastante nieve para hidratar antes de salir y llevar el agua suficiente para la ruta y continuar en ruta al campo 3 (6800 msnm).

El físico estaba en perfectas condiciones a esta altura, todo el proceso de entrenamiento que se realizó antes del viaje daba sus frutos.

Como siempre aprovechamos de grabar muchos videos en nuestros tiempos de ocio (aburrimiento en algunas ocasiones).

El día 24, antes de partir decidimos cambiar en la planificación y subir sin las bolsas de dormir para evitar el peso, y dormir en el campo 4 sólo con los trajes de pluma.

Iba a un ritmo muy tranquilo caminando durante esta jornada, por este motivo me quedé acompañando a David (Expedición de Andorra) mientras subíamos .

Tras varias horas de andar llegamos al campo 4 (7450 msnm), se armó la carpa, fundimos nieve para hidratarnos y comer,  soportar el frío y  las pocas hora de sueño mientras llegaba la hora de partir a la cumbre.

El día 25 fue bastante intenso, empieza la etapa final, o parte de esta hacia la cumbre y retornar en óptimas condiciones al campo base. Alrededor de las 22 horas ya estábamos en pie para empezar a ordenar todo en la mochila, fundir nieve para llevar agua suficiente y raciones de marcha ; para ya cerca de la medianoche empezar a caminar.

El cansancio era evidente al inicio, por lo que decidí controlar mi ritmo de la mejor manera (la acumulación de los porteos, largas semanas de espera de una ventana, noches sin dormir sobre 6 mil metros se hacían notar). Durante la ruta los ojos se me cerraban en muchas ocasiones y sabía que sobre 7500 msnm no podía doblegarme, era una lucha por conseguir el objetivo y no fallar en el intento, mucha gente tenía puesta sus esperanzas en que lo consiguiera, sobre todo porque a esa altura está todo en tu contra, luchas contra tus temores, contra la montaña, contra ti mismo.

Y llegan momentos  cuando quieres retirarte y dejar de sufrir , y de la nada aparece esa fortaleza que te engrandece, y no sabes de donde, ya que la falta de oxígeno te va agotando poco a poco.

Amanece, y los rayos de sol te indican que hay una opción de conseguir llegar. El calor llega a las fibras más ínfimas de tu ser, vuelves a la carga cuando estás a metros de la cumbre, sabes que por fin todo el esfuerzo, el sufrimiento, las noches sin dormir y el cansancio del trabajo anterior te llevan a esa gloria donde por fin podrás respirar y decir  : “lo he conseguido” y luego poder regresar a mi hogar.

Aunque no iba a ser fácil, en el último tramo antes de llegar a la cumbre demoré más de lo normal, debido a que las primeras expediciones que lograron cumbre regresaban y bajaban por la ruta destruyendo las huellas marcadas por las expediciones.

Sabía que no podía ni quería rendirme, tenía que llegar y decirle a mis seres queridos que todo esto no había sido un sueño o una locura.

Podía lograrlo y decir : «lo mejor de uno, no está en lo que puedes tener fácil, sino en lo que tu esfuerzo, constancia y compromiso puede conseguir».

Al fin se pudo sortear ese tramo final, llegué a la cumbre y vi la maravilla de paisaje que me esperaba.

Ernesto ,sentado esperaba mi llegada y nuestros nuevos amigos de ruta bajaban de los últimos metros donde se tomaban la foto respectiva (Domingo con una energía tremenda me dice «no sabes, ni te imaginas lo que has conseguido, lo que acabas de conseguir esta a un nivel fuera de serie, tu primer ocho mil en un estilo impensado para la mayoría y que sólo algunos consiguen, eres una bestia» y me abrazaba de una emoción gigante).

Nos miramos todos, nos abrazamos llenos de emociones, de una energía pura de vernos y respetarnos como verdaderos montañeros, aquellos que daban el todo para vivir.

Había conseguido mi primer ocho mil, sin oxígeno suplementario, ni apoyo de sherpas, había sido una empresa titánica para conseguirlo. Pero como todo inicio tiene un final, sabíamos que no era ese el momento para relajarse, debíamos volver al campo base en óptimas condiciones.

«Lo mejor de uno, no está en lo que puedes tener fácil, sino en lo que tu esfuerzo, constancia y compromiso puede conseguir».

Rodrigo Yaitul